La leyenda de Sant Jordi

Enviado por MiraMami on Vie, 21/04/2017 - 15:00

Descripción

Desde mediados del siglo XV cada 23 de abril se celebra en Cataluña la Diada de Sant Jordi. Sant Jordi es considerado el patrón de los enamorados en Cataluña, un héroe protector que, según cuenta la leyenda, venció al dragón y salvó a la princesa, convirtiéndose así en un símbolo del amor y de la victoria del bien sobre el mal.

De hecho, en Cataluña el día de Sant Jordi le roba casi todo el protagonismo al día de San Valentín, por lo que cada 23 de abril los enamorados aprovechan esta celebración para renovar sus votos. Es habitual que ese día los hombres le obsequien una rosa roja a su pareja y las chicas le regalen un libro.
 
Las raíces de esta tradición se remontan a la Edad Media, una época marcada por el misticismo y la fantasía, en la que se han inspirado diferentes cuentos de hadas de caballeros, princesas en apuros y dragones. Por eso, si estás buscando una historia para los pequeños de casa, la leyenda de Sant Jordi puede ser la opción perfecta para que tus hijos se entretengan mientras descubren algunas de las tradiciones más antiguas de Cataluña.
 
La leyenda de Sant Jordi: Una historia de caballeros y princesas para los niños
 
Hace mucho tiempo, existió un dragón que solía aterrorizar a los vecinos que vivían en un pequeño pueblo de la Cuenca de Barberá. Los habitantes del lugar estaban desesperados, no sabían qué hacer para mantener alejado al dragón y evitar que entrara al pueblo devorando lo que encontraba a su paso. Así que, a falta de una solución mejor, los vecinos decidieron ofrecerle dos ovejas a diario para apaciguar su hambre voraz y evitar que los atacara.
 
 
Cuando las ovejas se terminaron, comenzaron a ofrecerle los otros animales: las vacas, los bueyes, las aves y hasta los pequeños polluelos. Ya quedaban muy pocas reservas, así que el rey convocó una reunión para zanjar sobre el destino del pueblo. Decidieron que harían un sorteo con todos los vecinos, incluida la familia real, y que cada día le darían al dragón la persona que saliera en el sorteo para que se la comiese y dejara en paz al resto.
 
Desafortunadamente, un día le tocó el turno a la hija del rey. El soberano no sabía qué hacer pues no quería entregar a su hija al dragón y, entre lágrimas, le pidió al pueblo:
 
– Por favor, perdonad a mi hija y, a cambio, os daré todo mi oro y la mitad de mi reino.
 
Pero el pueblo se negó. Alegaron que era su turno y que cada persona debía cumplir con su palabra y sacrificarse. El rey no pudo hacer y, desconsolado, se despidió de la princesa antes de permitir que esta marchase hacia su cruel destino.
 
Sin embargo, algo sorprendente sucedió. Cuando el dragón se disponía a comerse de un bocado a la princesa, apareció un caballero con una lanza y un escudo dorado cabalgando sobre un bello corcel blanco. Se trataba de Sant Jordi, un noble caballero que pasaba por los alrededores y que, guiado por la algarabía, llegó hasta las inmediaciones del pueblo. Rápidamente comprendió lo que estaba sucediendo y se dispuso a salvar a la princesa de las garras de aquella enorme bestia.
 
 
Sin pensarlo dos veces, Sant Jordi alzó su larga lanza y, con un solo golpe, la clavó en el centro del pecho del dragón, hiriéndolo de muerte. Inmediatamente comenzó a brotar la sangre del corazón del dragón y para sorpresa de todos, en ese lugar surgió un rosal con unas preciosas flores.
 
El caballero Sant Jordi cogió una de esas espléndidas rosas y se la regaló a la princesa como prueba de su amor. Como muestra de agradecimiento y cariño, la princesa le escribió un poema de amor al valiente caballero.
 
Por eso, el día de Sant Jordi los hombres le regalan una rosa a la persona amada y las mujeres le dan un libro a su pareja.
 
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